El pasto del lugar de la celebración era fosforescente. En un lugar escondido que no sale en el mapa se levanta una iglesia chilota y unas tres casas de tabla, donde vive a puras sandalias el Padre Mariano Puga. Las puertas literalmente abiertas de su casa para el que desee entrar y pan y té que se multiplicaba y multiplicaba al igual que la torta para el que quisiera. Quizás algo parecido al Reino de los Cielos.
Después de haber entrado a la casa del cura, habernos comido unos panes y tomar té nos acercamos con el Lalo a la puerta de la iglesia de madera. Era de noche y en la puerta se escuchaba el predicar de una voz central y un montón de personas alrededor. Los pelos se nos pusieron de punta ya que probablemente nuestras orejas estaban siendo bañadas en ondas sonoras pronunciadas por un santo revolucionario de la pobreza y la consecuencia cristiana. Entramos a una iglesia de desafiaba fuertemente las estructuras tradicionales. Fue ahí, esa misma noche, donde a través del padre Mariano se celebró un bautizo y se hizo bailar a toda la asamblea al son de su acordeón. Baile, música, señoras y hombres de pueblo que comparten la palabra. Sin cursos bíblicos ni licenciaturas en teología. Puro corazón, pura fiesta, puro amor, puro fuego. “Saquemos toda la mierda de nuestros corazones” gritaba el sacerdote. Y yo con la boca abierta. Nunca en mi vida había ido a una celebración así. Y por supuesto Dios, ese Dios inquieto y lleno de fuego nos seguía desafiando cuando al otro día bajo la mirada de las aves, con un silencio extraño, similar al que deben haber guardado los profetas antes de expresar sus discursos, el Padre Mariano leyó las bienaventuranzas de Jesús y fue como si mis oídos las hubiera escuchado por primera vez. Las letras eran de piedra. Las toqué con mis propias manos. Y el motor: de fuego. Santo fuego que producía inquietud en los corazones. Aquel hombre de sandalias que dormía en una cama de tablas, que llegaba a tener los pies azules de frío, que tocaba acordeón como el mejor mexicano de Guadalajara y que conducía su repertorio humorístico de maravilla nos electrocutaba con el Evangelio, Sin duda Jesús le quemaba la lengua y por eso no insistía que repitamos “¡no se puede servir a Dios y al dinero!, ¡no se puede servir a Dios y al dinero!” Repetir eso a campo abierto no me hace envidiar el grito de ningún rockero. Y ahí pude entender cómo somos una masa de cristianos que estamos sedientos de consecuencia, de ver hombres que se acerquen a la imagen de Cristo. Debo confesar que no lo vi solamente en Mariano. Veo consecuencia similar en algunos de mis amigos. Me lo dejaron más que claro allá. Cómo no amarlos.
Sin entender miro a Dios y le pregunto ¿Por qué Dios? he bailado, he reído (que manera de dan jugo en la van con los cabros, la cagó), he jugado, me he emocionado, he compartido, he contemplado, he conversado, he abrazado, he estado en una fiesta que trescientas personas hacen en tu nombre, pero ¿Por qué yo he sido bendecido? Y si me has hecho este regalo, ¿que puedo hacer con él? Comunicarlo e invitar a la gente a que viva lo mismo, anunciar una gran esperanza y repartir el fuego que un día me llegó a mí a través de anónimas(os) y santas(os).
2 comentarios:
Grande Puga,un verdadero seguidor de Cristo, nada que decir.
saludos
Hola ,necesito ubicar al Padre Mariano Puga , sabes como puedo ponerme en contacto con él .
Mi correo es spiralpilgrimage@hotmail.com , por favor si sabes cómo ubicarlo contestame ...muchas gracias , un abrazo .
Natalia.
Publicar un comentario