miércoles, 21 de noviembre de 2007

El dinero no se puede comer

No. Parece que definitivamente no puedo callar. No puedo detenerme.
Marx decía que la religión era el opio del pueblo. La vocacion de este vocalista me hace pensar que depende. Se rompe la piedra de la pasividad. Se despierta la conciencia con las problematicas actuales del siglo XXI.
Y Cuidado con Mammon: el idolo del dinero

lunes, 12 de noviembre de 2007

kilometros historicos

Le terminó de escribir la carta a la joven que amaba con todo su corazón y se la mandaría ese mismo día con el cartero: quería que ella fuera feliz dándole una buena noticia de amor y liberación, justicia social y hermandad. Estaba terminada la carta y llamó al cartero. La casa de ella estaba a 2000km de distancia. Cerró el sobre minuciosamente y se lo pasó al cartero. La bicicleta empezó a recorrer los múltiples caminos y dificultades que comprendían todos esos kilómetros. La blanca chaqueta del cartero se lleno de suciedad, quien se echó a descansar en algunos pastos, pedaleó sobre puentes y desiertos, se metió al barro y algunas veces perdió el tiempo por ponerse a espantar palomas. Algunas noches se arrepentía de ciertas tonteras que lo hacían ser poco eficiente y otras veces pedaleaba alegre y comprometido en su vehiculo. Pavimento, barro, pasto, desierto: sin duda era un gran recorrido historico. Kilómetro 1.600,1.700, 1900.

Finalmente, el cartero empezó a vislumbrar la casa de ella a lo lejos y le metió chala al pedaleo. Llego, frenó y suspiró. Tocó el timbre emocionado mientras el sobre parecía latir como si fuera un corazón vivo relleno de luz.

Ella escuchó el timbre, y fue a abrir. Había estado viendo tele y haciendo zaping como buscando algo en la vida. Abrió y vio al cartero con su traje blanco pero que por los pantalones tenias manchas de barro, y la chaqueta ya estaba café por la tierra. El pasto en el pelo delataba la siesta que se pegó en los pastos del kilómetro 1026 y sus ojos estaban cansados. A pesar de todas sus suciedades, él venia a entregar la carta, toda su apariencia seria secundaria.
Sin embargo, a ella no le gusto las suciedades del camino marcadas en la bici del cartero, ni el corte de pelo del cartero, ni el barro en el pantalón, ni la mugre en la chaqueta que él mismo trato de limpiarse. Tampoco le gustó el diseño grafico del sobre. Por lo que mirando el conjunto, dijo “no, gracias”, cerró la puerta y volvió a buscar en la tele.