La
actividad consistía en lo siguiente. Éramos un número grande de jóvenes, imaginemos que entre 40 y 50, que hambrientos nos disponíamos a ir al comedor que era
un salón habilitado para eso. Había
8 mesas numeradas y cada uno tenía la instrucción de sentarse en la del número que le tocara. Habían una regla clave: Estaba
prohibido pasar comida de una mesa a otra, solo sentarse en la que te tocara, con los que te tocara y comer.
Entonces me siento en una mesa donde (con una mezcla de emoción, ansiedad y hambre gigantesca) veo que tenemos además de leche, panes, mantequilla, mermelada y galletas en abundancia, una torta de chocolate entera para nosotros, 5 o 6 jóvenes. Definitivamente nos estaban dando mucha comida y yo podía elegir lo que quisiera. La contemplación panorámica de
aquella escena me aseguraba que no iba a quedar ni con hambre ni sed y que tendríamos de sobra. Todos los de esa mesa empezamos a servirnos y a abastecernos de lo que teníamos al alcance. Sin embargo, mientras nosotros disfrutábamos nuestra situación empezamos a darnos cuenta de que había cierto “alboroto social” e incomodidad entre algunas mesas ajenas a la nuestra. Y era cierto. Una mesa vecina poseía solo un pedazo de torta, poca leche, nada de galletas y algo así como 2 panes para 6 personas. Otras mesas tenían
una situación más abundante que esos vecinos, pero nadie más que nuestra mesa.
Aquel experimento social dio origen a varias reacciones interesantes. Algunos, de las mesas mas desposeídas, se pararon y empezaron a manifestarse, porque no entendían que estaba pasando, otros preocupados no sabían que hacer, otros secretamente decidieron romper la ley y convidarse un poco de comida de mesa a mesa. También es interesante reflexionar de que la mayoría de los que tenían poca comida aprovecharon de conversar y hacerse amigos “entre la mesa” y nosotros teniendo en abundancia no dialogamos casi nada entre nosotros. Hubo menos calor humano.
¿Qué era todo eso?: intencionalmente habían distribuido los alimentos de las mesas en forma proporcional con las diferencias de ingresos en la sociedad chilena en 8 grupos, vale decir, hicimos una maqueta de Chile en cuanto a las diferencias sociales divididas en 8 mesas y vimos los resultados y reacciones, que después comentamos en reunión. Y lo mas serio fue que lo hicimos con comida, poniendo el hambre de nosotros mismos al juego. A mí misteriosamente me tocó ser de la minoría pudiente de la sociedad, de la única mesa que tenia una torta entera para 6 personas. Me podría haber tapado los oídos y no escuchar “el alboroto social” o las protestas que hacían los de las otras mesas, (porque yo estaba de lo mas bien) pero cuando veías que un amigo tuyo estaba en una mesa de 2 panes para 7 personas tú decías ¿Cómo es posible que nosotros tengamos 2 kilos de pan y una torta entera para nosotros?, o después ¿Cómo es posible que me haya pasado toda la comida (que es una metáfora de la vida) pensando en mi mismo y sin crear esa “calidez humana” que creaban las mesas mas desposeídas al verse compañeros de una misma situación? ¿O no haberme dado cuenta mientras comía tranquilamente, que la mesa 3 y la 4 protestaban por hambre?
Potente actividad que no solo la entendimos con la cabeza, sino también con el corazón y especialmente con el estomago.