Casi siempre que voy a las librerías y veo que existe tanta exitosa variedad de obras similares, discípulas, o con influencias del tipo “
El código Da Vinci” que manosean títulos que dicen nombrar el mas último de los secretos con sabor y olor a pergamino medieval arrugado, me queda la misma sensación rondándome en el cuerpo. (Especialmente tambien en estos días con el estreno de “
Ángeles y demonios”)
Si en vez de tanto Código Da Vinci que se vende como pan caliente desde Moscú hasta tierra del fuego, la gente viera el Código da Ronaldo Muñoz, El Código da Esteban Gumucio, El Código da Knibily o el Código da Mariano Puga, sacerdotes todos, empezarían a arder los corazones de la humanidad; de fuego, color, movimiento, esperanza, justicia, amor y lucha. La gente miraría que el mismo Jesús vivo y real se pasea por detrás de donde las cámaras de televisión alcanzan a filmar. Con un mensaje así, da lo mismo si se casó con Maria Magdalena o no!, porque Jesús es la Señora de la población la victoria que tiene que trabajar duro para llenar la olla y darle de comer a sus hijos. Ese es Jesús. Te lo encuentras en la feria gritando “cebolla” mientras los científicos del primer mundo siguen buscando algo en la su vacío sepulcro. Pero para el best seller europeo eso no existe. Ven la fachada de la Iglesia y no el patio de atrás. Nos sacan en cara el mármol, el oro, el poder y lujo que tiene el Vaticano y quizás ni se imaginan que hay curas y monjas de bicicletas y sandalias, llenos de alegría y solidaridad poblacional. Sin televisión que los filme, que trabajan su huerta en silencio, que marchan por la paz, hacen liturgias en arquitecturas circulares y comunitarias como los primeros cristianos y toman té con las señoras solas; visitan los basurales sin sotana y dan palabras de esperanza y apoyo anónimamente. ¡Que ganas de gritar que hay algo escondido, pero no sé como hacerlo!. Lo digo especialmente por lo que he leído de Antoine Knibily, por lo que vi en Mariano Puga, por lo que escribe Ronaldo Muñoz, por lo apasionado de Esteban Gumucio. Quiero ver a Dan Brown en una Misa en la Legua, o escuchando la cantata de los derechos humanos de Esteban Gumucio. Esos luchadores ya han vivido bastante y están en el patio de atrás de la Iglesia, no con los famosos ni con los best sellers. Con los no-filmados, con los que no tienen tiempo para estar en Holywood porque están preparando arroz para los hijos del vecino. Los medios de comunicación filman la fachada y no el patio de atrás donde está lleno de fuego. ¡Así es como hay pocas vocaciones sacerdotales!
Muero por decirles a los escritores de best sellers que existe un patio de atrás secreto (Y eso que yo he visto solo un poquito de este lugar ignorado) para ver la reacción que puedan tener. Imagino a Dan Brown siendo crucificado por sus lectores luego de predicar que Jesús vive en los marginados después de visitar las favelas o los campamentos sudamericanos. Es una pena el hecho de que quizás muchos de esos escritores y sus lectores mueran sin saberlo. Cuéntenle a Dan Brown de Esteban, de Ronaldo, de Mariano, de Pablo Fontaine o de Knibily. Siento fuertemente que el fuego y la esperanza están más vivos que nunca, aunque los medios de comunicación nos traten de enfriar nuestra imagen. Por eso alzo mi bandera y grito, con las palabras de Esteban, a la ciencia, a los best-sellers, a Holywood y los poderosos medios de comunicación: ¡No nos robarán la esperanza!