domingo, 25 de mayo de 2008

Palabras de Monseñor Romero: Un fuego que no se detiene


La Iglesia no puede ser sorda ni muda al clamor de los oprimidos
La Iglesia no puede ser sorda ni muda ante el clamor de millones de hombres que gritan liberación, oprimidos de mil esclavitudes. Pero les dice cuál es la verdadera libertad que debe buscarse: la que Cristo ya inauguró en esta tierra al resucitar y romper las cadenas del pecado, de la muerte y del infierno. Ser como Cristo, libres del pecado, es ser verdaderamente libres con la verdadera liberación. Y aquél que con esta fe puesta en el resucitado trabaje por un mundo más justo, reclame contra las injusticias del sistema actual, contra los atropellos de una autoridad abusiva, contra los desórdenes de los hombres explotando a los hombres, todo aquél que lucha desde la resurrección del gran libertador, sólo ése es auténtico cristiano (26.3.78).

¿Qué Evangelio es ése?
Eso quiere la Iglesia: inquietar las conciencias, provocar crisis en la hora que se vive. Una Iglesia que no provoca crisis, un Evangelio que no inquieta, una Palabra de Dios que no levanta roncha -como decimos vulgarmente-, una palabra de Dios que no toca el pecado concreto de la sociedad en que está anunciándose, ¿qué Evangelio es ése? Consideraciones piadosas muy bonitas que no molestan a nadie, y así quisieran muchos que fuera la predicación. Y aquellos predicadores que por no molestarse, por no tener conflictos y dificultades evitan toda cosa espinosa, no iluminan la realidad en que se vive…El Evangelio valiente es la buena nueva que vino a quitar los pecados del mundo (16.4.78).

Yo estudio la Palabra de Dios y miro a mi pueblo
Vean cuál es mi oficio y cómo lo estoy cumpliendo: estudio la Palabra de Dios que se va a leer el domingo, miro a mi alrededor, a mi pueblo, lo ilumino con esta Palabra y saco una síntesis para podérsela transmitir, y hacerlo -a este pueblo- luz del mundo, para que no se deje guiar por los criterios de las idolatrías de la tierra. Y por eso, naturalmente, que los ídolos de la tierra sienten un estorbo en esta palabra y les interesaría mucho que la destituyeran, que la callaran, que la mataran. Suceda lo que Dios quiera, pero su palabra -decía san Pablo- no está amarrada. Habrá profetas, sacerdotes o laicos, -ya los hay abundantemente- que van comprendiendo lo que Dios quiere por su Palabra para nuestro pueblo (20.8.78).

Despertar el sentido espiritual de la vida
Esta es la misión de la Iglesia: despertar, como lo estoy haciendo en este momento, el sentido espiritual de su vida, el valor divino de sus acciones humanas. No pierdan eso, queridos hermanos. Esto es lo que la Iglesia ofrece a las organizaciones, a la política, a la industria, al comercio, al jornalero, a la señora del mercado, a todos lleva la Iglesia este servicio de promover el dinamismo espiritual (20.8.78).

Los pies en la tierra y el corazón lleno de Evangelio
La Iglesia no tiene un afán, una pretensión de estar aquí sólo hablando por denunciar. ¡Yo soy el que siento, más que todos, la repugnancia de estar diciendo estas cosas! Pero siento que es mi deber, que no es una espectacularidad, sino simplemente una verdad. Y la verdad es la que tenemos que ver con los ojos bien abiertos y los pies bien puestos en la tierra, pero el corazón bien lleno de Evangelio y de Dios, para buscarle soluciones, no a inmediatismos violentos, tontos y crueles y criminales, sino la solución de la justicia. Sólo la justicia puede ser la raíz de la paz (27.8.78).

Ustedes que creen que estoy predicando la violencia
Queridos hermanos, sobre todo ustedes mis queridos hermanos que me odian, ustedes mis queridos hermanos que creen que yo estoy predicando la violencia, y me calumnian y saben que no es así, ustedes que tienen las manos manchadas de crimen, de tortura, de atropello, de injusticia: ¡conviértanse! Los quiero mucho, me dan lástima, porque van por caminos de perdición (10.9.78).

Monseñor Oscar Romero, Salvadoreño asesinado a balazos mientras celebraba Misa

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Benjamin (o sea yo):
Tampoco hay que ser tan ingenuo.
no son los pobres los buenos y los ricos los malos.
Y No digo que Monseñor Romero no tenga razon, si la tiene y mucha, pero creo que tienes que tener cuidado con tu forma de pensar.

Aristóteles dijo...

Lenguaje humano...

A veces hay que callar,...

Pero "siempre" es tiempo de gritar (el Evangelio).

La Palabra de Dios es: Palabra Divina en palabra humana.

¡Que milagro! Y Monseñor Romero lo entendió muy bien...

Monseñor Romero: Ruega por nosotros.

DIOS nos bendiga.