miércoles, 1 de julio de 2009

¿Como entender eso del reinado de Jesús?

Jesús criticó todo poder que supusiera cualquier clase de esclavitud o sometimiento de los demás. Después de la multiplicación de los panes, Nos dice Juan: "Viendo Jesús que querían echarle mano para proclamarle rey, se retiró a la montaña él sólo."

¿No hemos ocupado el lugar de los soldados de pretorio en su burla macabra, poniéndole una corona de oro y un cetro cargado de brillan­tes? O no he entendido nada del evangelio o este cetro y esta corona es mucho más denigrante para Jesús, que la caña y las espinas.

Cuando Pilato pone el título sobre la cruz, "Éste es el rey de los judíos", lo hace para burlarse de él y de los judíos. ¿No será también una burla llamarle rey del universo?

Se dice: "Jesucristo, Rey del Universo"; pero las lecturas terminan hablando de un pastor. ¿Podéis imagina­ros dos figuras más contradictorias? Ahí está la clave. El evangelio nos dice que el que quiera entrar en el Reino, no tiene que portarse como vasallo de un superior, sino como servidor de los más débiles.

Sin duda, el Reino de Dios fue la principal preocupación de Jesús en su predicación. La imagen de Dios como rey de Israel se remonta a la época de la entrada en Palestina del pueblo judío. Para un nómada nada podía significar la idea de un rey; pero cuando entran en contacto con las estructuras sociales de la gente que vivía en ciudades, los mismos judíos piden a Dios un rey. Esto fue interpretado por los profetas, como una traición. Desde entonces se va enriqueciendo esa idea y termina por ser la imagen clave para toda la apocalíptica. El final de la historia será un Reino de Dios que termina por sobreponerse a todos los demás.

Sólo en este contexto cultural podemos entender la predicación de Jesús sobre el Reino de Dios. Sin embargo, el contenido que le da es muy distinto. En tiempo de Jesús, el futuro reino de Dios se entendía como una victoria del pueblo judío sobre los gentiles y una victoria de los buenos sobre los malos. Jesús predica un Reino de Dios, del que van a quedar excluidos lo que se creían buenos y van a entrar las prostitu­tas arrepentidas, los pecadores arrepentidos, los marginados... Los gentiles están llamados y muchos judíos quedarán fuera.

Pero la característica fundamental del Reino predicado por Jesús es que ya está aquí. No hay que esperar a un tiempo escatológico, sino que ha comenzado ya. Además, matiza tanto la idea de un reino externo que queda absolutamente minimizado. "No se dirá está aquí o está allá porque mirad el reino de Dios está dentro de vosotros”.

Es un reinado del AMOR. No es un reino de personas físicas, sino de actitudes vitales. Cuando me acerco al que me necesita preocupándome por él, hago presente el Reino de Dios y cuando me preocupo de mí, pisoteando a los demás, excluyo de mi entorno el Reino de Dios.

Cuando Pilato le pregunta si es rey, contesta Jesús: “mi reino no es de este mundo”. Al insistir Pilato, le dice: "sí, soy rey, yo para esto he venido al mundo, para ser testigo de la verdad."

Los judíos creían que Dios les aceptaría a ellos y rechazaría a los paganos. Mateo hace otro planteamiento muy distinto: pertenecen al Reino todos los que se han preocupado de los débiles.

El Reino ‘que es Dios’ se hace plenamente presente cada vez que un ser humano actúa desde su verdadero ser. Lo hizo presente Jesús y lo hizo presente Teresa de Calcuta. Que el Reino se haga presente aquí y ahora, depende exclusivamente de ti. Ni siquiera es imprescindible reconocer a Cristo, basta salir al encuentro del hermano que te necesita. Todo ser humano que haya desplegado su verdadera humanidad, hace presente el Reino. Lo único que se tiene en cuenta a la hora de valorar a un ser humano es su humanidad.

Fijaos bien, que en esas exigencias no aparece, ni por asomo, connotación alguna religiosa. La pertenencia o no al Reino, no depende de una actitud religiosa, sino de una actitud vital con relación a los débiles. Lo único que se nos pide es la preocupación por el otro.

Hemos conseguido un cristianismo cómodo colocando a Dios en el cielo. Sería demasiado peligroso descubrir a Dios encarnado en cada uno de los seres humanos que nos rodean. Pero no hay escapatoria. Dios es encarnación y lo tenemos que descubrir en las criaturas. “Cada vez que lo hicisteis con uno de estos mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis”.

(texto de Misioneros en camino .blogspot.com)

2 comentarios:

Benjamin Araya dijo...

Estimado Azakura: te preguntaras que pasó con la entrada anterior. La verdad estuve meditandola un poco mas y bueno decidí no publicarla, de ahí te cuento. Pero todo bien no te preocupes. Ya te contaré..un abrazo!

Fdoaranc dijo...

1-encuentro muy acertado el texto. de hecho, jesus nunca se presentó como rey, sino más bien como pastor. y en efecto, es una contradicción llamarlo "rey del universo". san agustín habla algo similar cuando se refiere a la esclavitud (un tema que tuve que estudiar para la prueba de hoy).
2-en verdad no hay drama con la entrada anterior. sólo quería decir que en verdad entiendo a la gente que piensa como expusiste. pero he ahí que tenemos que poner en práctica la fe que hemos aprendido a cultivar, sobre todo en momentos difíciles. soy afortunado de conocer a Dios, y espero que todos puedan conocerlo. aunque para serte sincero, no hay cosa más odiosa que poner la fe a prueba. si tengo que enfrentar pruebas aún más duras, tengo miedo de decir que Dios ya no es el sentido de mi vida. a veces me pregunto ¿cómo una madre podría ver a cristo en la cara de quien le quitó la vida a su hijo (por dar un ejemplo)? si esa madre persevera en su fe, será salva. pero Dios quiera no ponernos en tales aprietos.
en fin.
saludos!
pd: tienes cel? necesito tu número. ya te cuento por qué. me lo mandas por mail o fb.