Es sabido el hecho de que grandes y reconocidos artistas vivieron humilde y/o de forma anónima o generalmente criticados por sus pares y marginados de la escena cultural del momento. Tendrían que pasar diez, veinte o cincuenta años después de muertos para que los descubrieran. Pero ¿Cómo será sentir que justamente estás con uno de ellos en vida antes de que el mundo lo descubra?
Con algo no menor que esta sensación me he quedado luego de conocer a una de las figuras mas admiradas por mí y seguramente por muchos que han tenido el privilegio de ver sus originales, alegres y místicos cuadros. Me refiero a Antoine Knibily: Artista y sacerdote SSCC que recorre cárceles, basurales y casas de menores aquí en Chile. Cura de marginados entre los marginados, de capillas de cartón y de numerosos éxtasis espirituales llenos de Amor, como lo relata en sus anécdotas y como también lo podemos ver en los colores que usa. La forma de pintar de Knibily es tan extrema en cuanto a incorporación de pasta, movimiento y texturas que su pura técnica lo haría sobresalir dentro de la historia del arte universal; claro… si lo descubrieran y apreciaran. Por mientras: vive humilde y solo en la playa.
Cuando entras a su cabaña ubicada en el Tabo, sobresaltan a los ojos los miles de colores de sus cuadros alucinantes llenos de volumen, (particular característica de sus obras). Algo así debe haber sido estar con Van Gogh, aunque el mismo Knibily mostrándome un cuadro dentro de su cabaña me dijo: “
Yo no entiendo eso de que mucha gente me compare con Van Gogh, él hacía líneas con el pincel, en cambio: mira este movimiento, mira esta fuerza, mira toda esta explosión”. Y además mientras los dos mirábamos el cuadro de frente me recalcó lo siguiente: “
ahora tú no lo ves bien, porque no hay buena luz, pero espérate…” (y de pronto enchufa un foco pequeño pero con mucha potencia y le lanza la luz de abajo hacia arriba). De esta forma al cuadro se le marcaron mucho más las coloridas protuberancias tridimensionales, fue como ver una alucinación llena de colores. Viendo directamente un
Knibily con Knibily al lado conversándome.
Porque su arte es realmente una explosión. Al poner un pie dentro de su cabaña se presiente. La explosión de la mística, la explosión de la colorida Misericordia de Dios. Si todos los jóvenes conocieran a Knibily, la idea de arte religioso seria muy distinto, y porque no decirlo, la idea de Dios sería de un Dios que explota colorida misericordia.
Sin embargo, Antoine fue a probar suerte a galerías de Santiago, pero no lo aceptaron ya que dijeron que su pintura
no concuerda con los cánones de moda. Le cerraron la puerta otra vez como a Van Gogh. Es que los sufrimientos y soledades que ha vivido este sacerdote-artista en el mundo del arte han sido duros. Tiene unos escritos donde dice:
¡Y te acuerdas Jesús, como volvía a casa, de noche, con grandes telas de pinturas debajo de los brazos, no en taxi, sino bajando y subiendo las largas escaleras del metro ruidoso y sucio, volvía a veces llorando, por no haber vendido nada, y no teniendo entonces ni para la renta ni para la comida! (pag79)
Pero su pintura se entiende mucho mejor cuando uno conoce su apasionante vida, sus radicales
recorridos y también su soledad física: Conociendo y viviendo en la miseria misma (estuvo viviendo en el basural de Nueva Matucana) y pintando para obtener ingresos y dedicarlos a la gente de las cárceles, casa de menores, y campamentos. Porque hay que aclarar algo: no solo se ha sentido marginado del mundo del arte, sino que su trabajo espiritual pretende ser con los que están más renegados de la sociedad. Esa es la posición social que Antoine Knibily eligió. Esos son sus privilegiados. Desde ahí concibe el mundo, desde ahí mira el mundo, desde ahí pinta y ahí, un día en un pabellón de la Peni, otro día en un hediondo basural, le habla a la gente de la predilección de Dios por los mas sufrientes y les regala ambrositos a los niños y estampitas con afiches de sus cuadros místicos, alegres y con un alto énfasis en la Misericordia de Dios a los presos. Es el cura más místico (basta leer sus éxtasis espirituales), más lleno de colores y mas inserto en la pobreza que he conocido. Él escribe:
Jesús, Tú sabes porque estoy pintando con esos movimientos explosivos, con esos colores súperalegres, tejiendo los colores con la punta de la espátula, de manera única en el mundo del arte, tú lo sabes, Tú has visto todos los desprecios y rechazos y sufrimientos y aislamiento en estos largos años de lucha, en la cruel Nueva York, capital internacional del comercio artístico … Jesús estabas también a mi lado cuando por fin llegó el reconocimiento mundial de la total originalidad del arte Knibily, y entonces, lejos de sentir orgullo , con profunda y autentica humildad, me alegré de ese tardío éxito, únicamente porque así, el mundo aceptaría el maravilloso Mensaje de mi Arte Sagrado, a través del Buen Pastor, Hijo Prodigo, Rostros bondadosos de Jesús, Mensaje de Amor Divino, Comprensivo y Misericordioso…
Por razones históricas se tiende a pensar en arte religioso como lo medieval, barroco o rococó, pero el desconocido Knibily esta gritando otra cosa. Él mismo me dijo algo así como que “esas pinturas de vírgenes antiguas y terrenales que tienen a un Jesús gordito y rosado, personalmente no me llaman a rezar, en cambio estos colores si me llaman a rezar”. Así es este desconocido y profundamente solitario artista que estaba dispuesto a contarme su visión del arte y más tarde regalarme libros con sus anécdotas.
En su pieza, mientras conversábamos, le conté que había estado leyendo a Ronaldo Muñoz, (seguramente lo conocía) y Knibily me sorprendió diciéndome: “Ronaldo es un hombre Santo”. Cuando me dijo eso, aún no me regalaba los libros donde contaba sus anécdotas. Si hubiera sabido a quien tenía yo en frente después de leer sus anécdotas me hubiera dado cuenta que enfrente tenia al Santo de los basurales, al patrono de los presos. A un hombre que también predica con colores.
Del basural de Nueva Matucana, a Nueva York. De calera a México. De mejillones al campamento las turbinas. Del pabellón mas oscuro de la Peni a Francia. Sin duda Knibily sabe de contrastes sociales, sabe lo que es hacer Misa en callejones hediondos, sabe de experiencias espirituales profundas y luminosas, por algo se considera un místico. “
Hay gente que no le gusta mucho que yo hable, porque yo improviso, no soy muy bueno para los esquemas, y a la gente le da nervio lo que se me pueda salir” me dice.
Claramente Knibily propone una revolucionaria postura al presentarse como artista independiente y marginado del museo como institución y de los cánones comerciales de pintura, quizás por eso sus creaciones se ramifican
primero entre los presos, huérfanos y viudas y aún no llegan a nosotros. Quizás por eso no puede exponer en las galerías de elite cultural. Quizás por eso su apellido es
desconocido en círculos artísticos. Quizás por eso luego de que vas a conversar con él puedes llegar a cuestionarte profundamente la posibilidad de que no solo estuviste con uno de los artistas con mas potencia, si no también con un Santo en vida, que a sus 89 años y junto a sus dos perros quiltros, (
el osito y la pelusa, muy simpaticos los dos), esta viviendo pobremente en el Tabo y las
galerías de Santiago no lo conocen aún!. El seguirá repartiendo ambrositos en las cárceles y bombardeando al mundo con los brillantes y fuertes colores de la Misericordia de Dios. Knibily se auto considera místico y revolucionario.
Cuando me estaba yendo me pidió disculpas si es que yo encontré que dijo algo con lo cual yo me hubiera escandalizado y obvio que le dije que no se preocupara.
Si cualquiera de ustedes pudiera conocerlo: vallan. Yo creo que él es un Santo. Hoy puedo y me atrevo a decirlo con todas sus letras: Conocerlo fue una de las mejores cosas que me ha pasado en la vida.