Si bien me considero un defensor del concepto de familia como gran núcleo social donde los niños aprenden, se generan lazos, se educa en el amor, se nos muestra el mundo y se nos prepara para vivir la vida, tengo mis inquietudes en cuanto los limites a los que se llega cuando se pretende militar por la defensa de la familia.
Sin jamás querer ir en contra de este maravilloso grupo humano, no dejan de inquietarme ciertos puntos cristianos bastante radicales al momento de hablar de familia en cuanto pueda ser obstáculo para sembrar buenas semillas, pero ¿como algo tan maravilloso como la familia puede ser un obstáculo para el bien?
Sin ningún pelo en la lengua, Jesús se atreverá a decir:
“Deja padre, madre, hermanos y sígueme”, “Quien quiera mas a su padre o su madre mas que a mi, no es digno de mí”, “encontrarás enemigos en tu propia familia, se peleara hijo contra padre, nuera contra suegra, etc.” y “Mi familia son los que hacen la voluntad de mi padre”. Y con todo esto, la problemática mayor surgirá cuando el cristiano deba trasladar tales palabras evangélicas a la realidad social y a la cultura de hoy.
Si hablamos de cultura actual, no es raro sentir aquel rumor social, principalmente de las generaciones mayores a las menores, que ronda misteriosamente entre los oídos de los jóvenes que van a elegir carrera o que piensan en su futuro, que dice: ¿Y como vas a mantener a tu hijos? ¿y que educación les vas a dar? ¿Y como vas a dar de comer a tu familia?, Y a partir de tales preguntas (que no necesariamente están mal), los jóvenes hacen bocetos a los 18 años de sus niños imaginarios en colegios iguales o de mayor status social que en el que hayan salido ellos, para que probablemente ellos les pregunten lo mismo por generaciones y generaciones. Así la gente fundamenta su sentido en su trabajo para ellos y para su familia.
"Mantenerse uno y a los suyos"Dar una buena educación a los hijos con mucho amor: Excelente, maravilloso, un acto de amor notable, no lo niego, pero lo que no deja de molestarme es ¿No existe poca movilidad social si es que cada joven de clase alta dedica su vida a mantener su posición como él y como grupo familia, y a su vez los de clase media luchan por mantenerse o subir de nivel como grupo familia y los mas pobres tratan a su vez pero con mayor frustración social? ¿No sería la sociedad una competencia de grupos de familias? ¿Qué pasa cuando la publicidad llama al “
busca lo mejor para ti y tu familia”? ¿No nos acercamos más a una idea social casi de predestinación en el sentido de: naciste rico, tus hijos tienen que mantenerse ricos y por ende si naciste pobre, serás pobre?
Si nadie elige ni es culpable de como nacer: ¿Por qué velar por la feroz competencia por la mantención social? Obviamente para los que nacimos en sillones de cuero es mas cómodo llegar a la conclusión de que debemos trabajar para mantener nuestro linaje en sillones de cuero, porque estamos “
bien”, pero si hubiéramos nacido en suelo de tierra y nos sentáramos en ese mismo suelo de tierra ¿Por qué aceptar desesperanzadamente algo parecido a la predestinación que le dice al campesino humilde:
usted nació ahí y punto y su patrón allá y punto?
Es verdad que se necesita la familia, (y que se puede ser una familia que luche socialmente por una mayor igualdad), no lo niego, ni tampoco estoy haciendo un llamado a que nadie tenga hijos. Podríamos decir que hay vocación para hijos y no. Solo quiero rescatar ciertos valores sociales inquietantes inspirados en la predica de Cristo que enfocan la mirada mas en
la viuda y en el huérfano (dos situaciones donde se ha roto la familia), vale decir mas en una preocupación no solo por tu familia sino por los
sin-familia y/o las familias con menores recursos, por un mayor énfasis en eso, que en el trabajo constante para mantener hijos imaginarios en un futuro imaginario también. En ese sentido deberían haber vocaciones, gente que pueda ofrecer su vida a la gente
extra-familiar: la viuda, el huérfano, el niño solo, un hombre abandonado, la mujer sola, el abuelo en el asilo.
Hagamos la siguiente reflexión:
cuanto joven está estudiando hoy pensando en hijos futuros que todavía no nacen, al mismo tiempo que niños abandonados de carne y hueso ya dispersos en el planeta.